Voy a reír como si nada estuviese mal en mi corazón, hablar como si todo estuviese perfecto en mis sentimientos, pretender que es un sueño hermoso y feliz, hacer de cuenta que nada me hace daño.

sábado, 3 de septiembre de 2016

Somos una generación desesperada por sentir  cualquier cosa, la generación que le da más miedo enamorarse que cruzar sin mirar mientras va hablando por el teléfono con alguien que les haga sentir lo que sea; la generación que fuma cigarrillos y no por necesidad, sino para hacer algo con sus manos y tener los dedos llenos, ya que luego va por ahí con el pecho vacío. Siempre estamos mirando la hora, como si fuesemos a llegar tarde, ¿pero tarde a qué?, si ya nadie nos espera más de cinco minutos. Somos de exigir que nos lo den todo sin haber dado aún nada, somos de esquivar las piedras y tropezarnos solos, sin saber que la piedra hay que meterla en el bolsillo y cuidarla para que no se vuelva a caer. Que de aquí a unos años cuando nos hagan la autopsia van a encontrar un pecho lleno de nombres tachados y un corazón deformado de los puñetazos que le hemos dado. No sabemos querer, pero sí creer que queremos espectacular. Somos una generación perdida, y no porque no estemos preparados, sino porque buscamos tanto las cosas en vez de esperarlas, que acabamos perdiéndonos sin saber dónde ir. Somos una generación de trenes que alguien deja pasar para que otra persona decida cogernos. Somos personas normales que han acabado locas por amor, y qué más da si lo importante es acabar de alguna manera. Somos una generación que cuando vuelve del amor nadie nos reconoce, ni nosotros mismos lo hacemos. Pero somos, que al fin y al cabo es lo importante, y hay que ser, sabiendo que el pretérito nunca fue perfecto y que el futuro nunca será simple.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario