Voy a reír como si nada estuviese mal en mi corazón, hablar como si todo estuviese perfecto en mis sentimientos, pretender que es un sueño hermoso y feliz, hacer de cuenta que nada me hace daño.

sábado, 18 de agosto de 2018

"Hoy estuvimos solos"

Hoy estuvimos solos!! Pasamos mucho tiempo buscando en otros cuerpos, en otros ojos, en otros besos, en otras caricias pero no nos encontramos porque no era ahí donde debíamos buscar…
Hoy estuvimos solos y pude oler su aroma, pude besarlo con pasión desenfrenada sin importar que nos vieran…
Hoy estuvimos solos y lo acaricié suave y eternamente, como lo hacen los primerizos en el amor…
Hoy estuvimos solos y pude ver sus ojos de nuevo…
Hoy estuvimos solos y me tomó del pelo con pasión y me dije que aún me desea…
Hoy estuvimos solos y lo besé hasta perder la memoria…
Hoy estuvimos solos sintiendo como algo dentro de mi moría, nacía, crecía y volvía a morir…
Hoy estuvimos solos y me dí cuenta que en sus ojos está mi lugar…
Hoy estuvimos solos sintiendo mi corazón gritarle cuanto lo amo…
Hoy estuvimos solos de nuevo y pudimos disfrutar de nosotros…
Hoy estuvimos solos y nuestros ojos brillaron y me di cuenta que aún me encanta…
Hoy estuvimos solos y me di cuenta que soy presa de sus ricos labios…
Hoy estuvimos solos y dominó cada espacio que hay en mi…
Hoy estuvimos solos y él detuvo mi tiempo…
Hoy estuvimos solos y me dí cuenta que lo extraño más de lo que pensé…
Que se vaya! Quiere experimentar! Pero si algún día me echa de menos… Qué vuelva aquí! Prefiero eso a que viva con los ojos vacíos. Él sabe que existen caminos que nunca en la vida llegan a cruzarse, y otros, en cambio, por mucho que se crucen nunca llegan a encontrarse, eso es triste. Y pues, así estamos él y yo, en esta maldita encrucijada de caminos, sabiendo que estamos hechos el uno para el otro, y sin ponernos de acuerdo cuál de los caminos debe ser el que seguimos. Y claro que recuerdo la noche en que su cuerpo fue el lienzo donde dibujé los Te Amo, donde sus labios fueron el verso donde recité mis besos.
¿Qué si lo extraño? Claro, necesito ver la persona que me amó tal cuál soy, que nunca me juzgó, que no intentó cambiarme sino me hizo crecer, que en su mirada pude naufragar cuanto quise.
Soñé con quererlo tanto, que quería que nuestro amor fuera infinito, que lo abrazara con palabras y suavemente lo acariciara con miradas, que nos hiciera grandes y pequeños, yo tan solo quería quererlo tanto para que él fuera él y yo fuera yo.
Me niego a perder el tiempo en borrarlo para siempre, no quiero asesinar los besos que tatuó en mi piel, ni tan siquiera trataré de vaciar mi alma de todo lo que era suyo, de todo lo que le pertenece, no intentraré olvidarlo, porque de sobra sé que será inútil.
Al final son solo palabras, que no tienen más valor del que él quiera darles.

jueves, 9 de agosto de 2018

Nos encantaba hacernos daño el uno al otro porque sabíamos que éramos la única cura para el otro, y eso de sentirnos imprescindibles nos hacía sentir una sensación similar al orgasmo. Resultaba curioso que fuese más fácil hacernos dolor que felicidad, supongo que será esa ironía que dicen que “ni contigo ni sin ti”, y al final parecía eso, que “ni contigo ni sin ti” porque íbamos a terminar por acabar con nosotros con tanto daño. Íbamos siempre con la mentira por delante, porque de verdades no sabíamos vivir, y se nos daba mejor aparentar que mostrar la realidad, al fin y al cabo las mentiras suenan más bonitas que la verdad. Imaginábamos mejor las cosas de lo que las hacíamos después, y nos conocíamos tan bien que no nos quedaban ganas de conocer a nadie más. Ella veía las cosas venir mientras yo me dedicaba a mirar el culo de las demás, y supongo que por eso no me avisaba de lo que podía suceder después, y me dejaba expuesto a las posibles consecuencias. Pero lo cierto es que nos queríamos tanto que cuando sentíamos que nos alejábamos no sentíamos distancia, sino vértigo, y entonces sabíamos que éramos necesarios el uno para el otro.

Al fin y al cabo éramos la vida y yo.  
Dicen que la distancia hace el olvido, que la mejor medicina es el tiempo, que todo llega, cambia y pasa. Sin embargo, hay personas que marcan un antes y un después, y aunque nos resistamos, viven con nosotros día a día; en una canción, en un aroma que nos lleva a ese lugar o en una simple expresión que oímos de rebote y nos sumerge en una charla con él, con ella.
Nos empeñamos en borrar de nuestra memoria a aquellas personas por las que hemos sentido y se han ido, deseosos de olvidar miradas, sonrisas, palabras y sobre todo, momentos. Es tan corto el amor y tan largo el olvido… eso dicen, y quizás sea porque, sencillamente, no debemos olvidar, sino aprender a vivir con el recuerdo, porque sin él, dejamos de ser.
Estamos hechos de experiencias del pasado, somos lo que somos gracias a todas esas personas, las que se han ido y las que siguen aquí. Las que nos han hecho más fuertes, y otras veces, más vulnerables, con las que hemos conocido la desconfianza, el riesgo, la inocencia y el miedo, la ilusión y la decepción, personas que nos han permitido conocernos un poco más. Hay momentos que vale la pena recordar. Ese momento en el que pensabas que no volverías a enamorarte y, de repente, llega una persona que te demuestra que tu corazón sigue más vivo que nunca; o ese momento en el que te das cuenta de lo que te da estabilidad y de lo que te puede llegar a perturbar; personas que te ayudan a descubrir qué te hace reír y qué te hace llorar. Momentos que generan sentimientos que guían nuestro camino.
Y la clave está en saber elegir qué olvidar. Si esa persona te duele, olvídala, pero quédate con el porqué hoy quieres borrarla de tu mente. De lo contrario, corres el riesgo de volver atrás. La realidad es solo una, pero es más fácil aceptarla si te apoyas en hechos del pasado, si tienes presente lo que fue, para entender por qué hoy no es. Borra su cara, sus caricias, sus besos, sus enfados, sus sorpresas, pero no borres lo que te hicieron sentir, no olvides que una caricia suya te consoló cuando más lo necesitabas, ni tampoco olvides que un desprecio suyo te hizo llorar aquella noche entera. No olvides lo bueno para vivir en paz y no olvides lo malo para sonreír porque ya no está.
¿Por qué no tengo palabras  para ordenar, demostrar y explicar lo que me producen
las cosas que provienen de ti?
Pero en cambio tengo unos modos increíblemente prácticos y explícitos, como tomarte
de la mano, besarte al despertar, arreglarte el cuello de la camisa, ofrecerte un café,
tocarte al pasar por tu lado, acurrucarme en tu pecho  sin importar si hace frío o calor,
poner tu cabeza en mi falda mientras leemos cualquier cosa que tengamos por ahí, ver
una película y no dejar que sepamos el fin, sonreírte al mirarte después de no verte por
un rato, pedirte que me dejes leer lo que escribes para ti. 
Y tengo otros modos más increíbles que afirmarán eso que ya te dije, como tomarte de la
mano y llevarte con urgencia a desarmar la cama hasta terminar jadeando por el esfuerzo
realizado, o pedirte junto con el café de la mañana que repitamos el despertar tan efusivo
de esa mañana, y volver a pedírtelo con mensajes y emoticones lo que deseo al tenerte
frente a mí, llamarte solo para preguntar a que hora llegas porque mi cuerpo solo y por su
cuenta ya te espera destilando deseo por ti.
¿Cómo encuentro las palabras que te digan que todo eso provocas con solo mirarte, con
tres palabras, con tu sonrisa, con solo existir?